Lo mejor es empezar por el principio.
- Pregunta de mi terapeuta: ¿Que prefieres, que te digan la verdad, o que no?.
- Respuesta evidente: La verdad.
Soy yo. Poco a poco estoy dando la vuelta al espejo. Durante muchos años, muchos antes de conocer a la que es la mujer de mis sueños, he estado mirando el espejo para saber quien soy. Como todo el mundo hace. Salvo que mi espejo estaba del revés. Siempre que miraba, veía la cara opaca del espejo, no la que me devolvía mi imagen, sino la imagen de lo que no era, una imagen que no existía, que yo mismo había dibujado de manera irreal. Un día decidí engañar a todos diciendo que había terminado mi carrera. Desde ese día dejé de ser yo. Empecé a ser otra persona que cada día era más alejada de lo que estoy descubriendo que soy.
La terapia está surgiendo efecto. Y eso que apenas he ido 3 veces solo y 1 al grupo. Sin embargo, me encuentro mucho mejor conmigo mismo, ya no siento miedo, ni dolor, al desmontar esa mentira. Ya no siento decepcionar a nadie, ni me importa, solo me importa ser yo, ser libre de mentiras y engaños, sino me moriré. Desde hace mucho tiempo mi vida ha estado forjada no con hormigón del bueno, sino con adobe y barro. Antes o después, la vida tenía por fuerza que desmontar ese castillo de naipes. Ahora siento una gran frustración por no haber sido capaz de hacerlo antes yo mismo. Pero no importa, es algo bueno.
El espejo está dado la vuelta ya y me devuelve mi imagen. Es cierto que es como si acabara de salir de una ducha caliente, una ducha interior, de mi cabeza, de mi alma, de mi corazón, desnudándome por completo. Descubro que el espejo está empañado cuando me miro, pero no tengo miedo a ver lo que soy. Sé que detrás estoy yo y que antes o después me devolverá mi verdadero ser. Volveré a ser la persona que era en algún momento dado, o quizá no. Siento que me devolverá otra persona diferente, madura, real. Ahora puedo ver con algo más de claridad quién soy, que soy, puedo sentir las cosas en mi piel y en mi corazón de verdad, no distorsionadas por lo que no es.
Siento ira, mucha ira. Mucha. Demasiada para poder expresar con palabras quizá. Puedo decir sin miedo que me hubiera gustado matar a la persona que era mucho antes, esa rabia me duele, mucho. Es inconcebible cómo han podido llegar las cosas donde han llegado tan tarde. No puedo entender cómo ha podido ocurrir todo. Y estoy más que furioso, rabioso, conmigo mismo. Mi terapeuta dice que es normal, es un paso que tengo que dar. Renacer. Nacimiento implica Muerte. Yo he muerto. No importa tampoco. Por fin soy yo.
Siento dolor, mucho dolor. Mucho. Tanto que a veces me impide verme a mi mismo como soy. Empatía verdadera. Ahora sé lo que se siente. Sé lo que es. Dolor, mucho dolor. Por mi. Por ella. Por todos los que me han querido. Por todos los que aún me quieren. Todos los días siento mi dolor, el dolor de ella, el dolor de todos. Un dolor sordo, silencioso, asfixiante. Dolor por las palabras dichas, las mentiras ocultadas, los engaños silenciosos. El dolor del reconocimiento, el dolor de la toma de conciencia por fin. Duele mucho. Pero no importa tampoco. Dejará de doler seguro.
Siento que ahora si me quiero, empiezo a quererme, me gusta ser como soy. Como soy de verdad. Tengo tanto que dar, tanto amor, tanto cariño, tanta comprensión. Que fácil es todo ahora. Que diferente. Todos deberíamos renacer en algún momento. Para mí, ha sido ahora, a mis 41 años, pero creo que ha valido la pena. Salvo por un detalle.
Ella. Lo que debía haberme ocurrido a mi, solo a mi y exclusivamente a mi, ha arrastrado a esa persona que me dio tanto conmigo. En mi caída a los infiernos, en lugar de agarrarme a algo, lo que fuera, para no caer, o simplemente dejarme caer solo, agarré, abracé, até a mi destino el suyo, la hice caer conmigo. ¿Puede haber una prueba de amor más puro y sincero que esa?. Nunca pensé que me quisiera tanto, nunca imaginé que aguantaría hasta el final. Y nunca que pensé que fuera ella, quien hiciera saltar todo por los aires por mi bien, hiciera añicos el espejo y me enseñara la verdad. Cuan doloroso ha sido. Mi comprensión de sus sentimientos es total en estos momentos. Siento lo que ella siente. Me duele lo que a ella duele. Mi única palabra para ella es gracias. Mil veces repetida, gracias. Mil millones de veces repetida, gracias. Ahora soy yo y se lo debo a ella.
He llegado al invierno del amor. Cuando nada parece ir bien, cuando he olvidado lo que era amar, sentir, desear, vivir. Y he muerto. Una muerte emocional, interior, verdadera. Para volver a vivir de nuevo. Tengo otra vida, otra oportunidad de ser yo. Y voy a ser yo. Ya soy yo.
Se acabó la autocompasión, no pienso sentir más dolor, ni más ira, ni más rechazo. Quiero sonreir, quiero llorar de alegría otra vez, quiero sentir de verdad, quiero amar de verdad. Soy yo y ahora soy feliz como soy. Tengo que olvidar los pensamientos negativos y seguir los positivos. Deseo amarla de nuevo como soy, deseo comprender lo que siente, deseo respetarla como es, deseo adorarla como la diosa que es, deseo valorarla por quién es, deseo darle la seguridad que merece. Deseos. Deseos que se convertirán en realidades. Esa es mi voluntad, mi deseo, mi fin. El fin de quien soy. Eso es lo que soy. Amor.
Me queda un largo camino. Solo. Nací solo y moriré solo. Por dos veces. En el camino la encontré a ella, y deseo volver a encontrarla. Ahora no tengo la fuerza necesaria, pero sé que la tendré. Ser consciente de ello me alimenta en mis deseos. La quiero, no por encima de mi mismo, junto a mi mismo. Junto a la persona que soy ahora, por una razón muy simple, por ser ella.
Gracias y os quiero a todos.
PD: Siento que haya empezado por el principio y haya sido tan caótico. Quizá porque ahora soy un caos en proceso de cambio. Quién sabe.