martes, 15 de julio de 2008

Invitación



Déjate llevar, entra en la habitación, siéntate al borde de la cama y deja que te descalce. Deja que tus cansados pies reciban un suave masaje, que continúe por las pantorrillas hasta las rodillas. Deja que prepare el baño con esas sales que tanto te gustan, aromas de cera ardiente en el aire y azahar fresco. Permite que te desvele los encantos de tu cuerpo desnudo y de mi mano, entra en el baño de dioses que te espera. Relájate, descansa, disfruta de los aromas a tu alrededor. Luces fuera. Tu libro nuevo, un cigarrillo. Deja que vea como tus dulces labios exhalan insinuantes volutas de humo de tabaco, yo cuidare de las cenizas. Cuando te canses de leer, te espera la esponjosa calidez de la espuma recorriendo tu cuerpo, suave, casi cremosa, resbalando por tu espalda, tus brazos, tus pechos. Tu cuerpo será la estatua que cuidadosamente puliré hasta dejarla perfecta, digna de ti, Diosa.

Sal, despacio, no hay prisa. Déjate envolver por la fragante calidez de la toalla en mis manos, caricias sobre caricias. Coge mi mano, ven, de nuevo acomódate entre los cojines. Deja que termine de pulir ese precioso cuerpo, deseoso de ser venerado, deja que brille en todo su esplendor en un baño de aceite de almendras. Inúndate del frescor de tu propio cuerpo, deja que tu mente se relaje y descansada disfruta de ti. Siéntete Diosa, mujer dueña de su destino y vida, dueña de todo. El mundo esta ahí para ti, solo tienes que cogerlo, lo que quieras, como quieras, cuando quieras, donde quieras.

No hay collares, no hay accesorios. Nada de eso necesitas. Solo tu, tu expresión es tu deseo, y tu deseo es tu realidad. Al instante. Ese es tu poder, disfrútalo, no, mejor aún, vívelo. Siéntete viva, llena, completa. Abrázate, quiérete, deséate. Y serás abrazada, querida, deseada. No necesitarás nada nunca, nada, solo tu. Pero eso ya lo sabes. Por eso eres Diosa, eres ego, eres tu.

Deja que tus pensamientos vaguen por los oscuros rincones del pasado, baja, baja más, de nuevo al abismo, esta vez no estás sola, estás contigo, conmigo. Cierra los ojos. Lo ves, es oscuro, sin fondo, sin salida. No tiene luz, ni final, ni principio, porque no existen. Porque la luz, el final y la salida, eres tu. Y sonreirás y subirás. Y empezarás una nueva escalera, de peldaños anchos de alabastro negro y pasamanos tallado de imágenes de tus momentos. Y subirás, alto, muy alto, tan alto como quieras llegar.

Y sonreirás, tenderás los brazos y sonreirás, dejarás que te estreche entre mis brazos, que nuestros cuerpos se entrelacen en uno solo. Y ya nada será igual, porque seremos otra cosa más hermosa como dice la canción.

¿Te ha gustado?. Sabes que solo es el principio.

Llaves


Nunca deja de sorprenderme la diferente manera de ver las cosas que tenemos los que estamos ligados al mundo de la Dominación/sumisión. Objetos sencillos y cotidianos de lo más natural y simple, pueden adquirir usos insospechados para nosotros, y seguro que más de uno coincidirá conmigo en eso. Muchas veces cuando paseamos por la calle, viendo escaparates, o en las tiendas, nos vienen a la mente usos distintos de los pensados para bastantes cosas de las que vemos. Será que somos un poco viciosos, pero es así, o al menos así me ocurre a mí en bastantes ocasiones.

En una de esas ocasiones, estando en una ferretería para comprar unas cosas para casa, mi mirada se posó sobre un grueso candado, y claro no se me ocurrió otra cosa que llevármelo también junto con el resto de cosas. Me ocurre que en estos casos en que tomo alguna iniciativa respecto a juguetes u otras cosas, no puedo evitar preguntarme si a Ella le molestará. Siendo tan suya como es, quizá le pueda molestar que sea yo el que introduzca nuevos aditivos en nuestros juegos y nuestra relación. Sin embargo es un riesgo que estoy dispuesto a correr. Ya sé que si le desagrada dirá aquello de “esto te va a costar…” y no irá más allá.

El caso es, que ese candado para mí tiene un significado especial. Supongo que todos podréis imaginar a que está destinado, es un candado grueso, con un diámetro justo para que quepa todo dejando que fluya la sangre claro, y solo tiene dos llaves. Una que siempre guarda ella, y otra que guardamos en un sitio que ambos sabemos, más que nada por seguridad, que Ella puede ser olvidadiza en ocasiones. No son muchas las veces que lo llevo puesto, menos de las que desearía, pero esa no es mi potestad claro sino la suya. En un principio imaginé que podía tener un uso muy útil dada nuestra situación a raíz de aquellos problemas que tuvimos en nuestra relación, y pienso que aunque sea una tontería, este candado podría ayudarme a recuperar su confianza. Para estar tranquila siempre que no estuviéramos juntos, me lo haría poner y llevarlo hasta que de nuevo volviéramos a estar juntos. De alguna manera creo que eso podría garantizar el que nada de aquello volviera a ocurrir. Pero claro, yo, que soy un viciosillo, ahora deseo llevarlo a todas horas, más que para cumplir esa función primigenia, como símbolo de pertenencia, de posesión.

Además me he dado cuenta de que suprime una de mis más intensas tentaciones, porque cuando lo llevo, si llego a ponerme más cachondo de lo que debiera, no se si me explico… pues puede ser doloroso, con lo cual se inhibe ese deseo. Bueno, no el deseo en si claro, jeje, pero si la oportunidad y la acción. En cierto modo demuestra mi debilidad para cumplir con Ella, con sus mandatos, pero a veces no hay más remedio que forzar un poco las cosas para que ocurran de la manera que queremos. Me refiero a usarlo como un apoyo, una ayuda para evitar desobedecer unas ordenes, que ya se sabe que la carne es débil, y los que me conocéis sabéis que la mía más aún. Supongo que con el tiempo ya no existiría esa necesidad, que se convertiría en costumbre y me sería más fácil cumplir ese mandato. Por otro lado podría suceder lo contrario, que a la mínima ocasión… cayera en la tentación. Pero eso no lo se ni yo, todo es cuestión de probar supongo.
Ella lo ha aceptado, aunque no suele ponérmelo, ignoro la razón, pero la tendrá. De todos modos creo que le gusta saber que tiene la llave también de eso, como de tantas otras cosas, y a mí me alegra que haya aceptado que le entregue las llaves, como de tantas otras cosas.